Porque esta mañana me levanté con las fuerzas suficientes como para derribar medio mundo sin derramar una lagrima.
No voy a permitir que haya un día nublado, porque yo misma despejaré el
cielo con sonrisas, tampoco dejaré que la arena de la playa se vaya de
su sitio o que los veranos se me escapen, porque lo embotellaré y lo
esconderé detrás de mi oreja para que me susurre el calor cuando tenga
frío, no seré de nadie, porque no permitiré que nadie me diga que soy
suya, los días no sabrán a poco, ¡les echaré sal a todos!, no cederé a
que me busquen o a que la noche se acabe, ya que me acabo de proclamar
su diosa. Eso si, dejaré que me abracen, pero solo cuando lo pida, y
solo, cuando me de el antojo de ser caprichosa.
Martta.
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